"Somos gente con muchas ganas de crecer, de luchar"
Vicente Mayor, Escuela de Pastelería de Valencia
Lo primero que sale a relucir en nuestra charla con Vicente Mayor y el equipo al frente de la renovada Escuela de Pastelería de Valencia es que cuando las cosas funcionan bien suele ser por más de un motivo, que no se puede reducir a un solo aspecto. Así, la inauguración de las instalaciones que tuvo lugar el pasado mes de abril, es un aspecto más dentro de una cadena de factores que inciden en el mismo punto, el aumento de la proyección y el poder de atracción de este centro de formación. Su compromiso con la calidad, su visibilidad en las redes, el fichaje de un profesional de la talla de Migue Señoris o la participación entusiasta de muchos miembros de la actual junta rectora, caracterizada por su juventud, dibujan una foto mucho más completa del último y feliz capítulo de mejora de la formación especializada en pastelería en nuestro país. El propio gerente y profesor de la escuela, Vicente Mayor, nos amplía algunas de las claves del dulce momento que está atravesando la escuela.
¿Cuál es el punto de inicio que os lleva a cambiar las instalaciones?
En realidad tenemos este local ya desde el año 1994. En aquel entonces el gremio se envalentonó a quedarse un local de gran tamaño, una inversión que tenía un elevado grado de incertidumbre. Con el tiempo, fuimos equipándolo, al principio con maquinaria desechada por los propios agremiados, y más adelante con equipos de última generación. En 2012 nos decidimos por homologar los estudios con la categoría de certificación profesional. Esto nos lleva por aquel entonces a contar con una única aula operativa para impartir clases. Estuvimos trabajando así durante un par de años hasta que nos animamos a ampliar y redistribuir el espacio de la escuela.
¿Entonces todo viene después de homologar la formación?
Entendimos que había que aprovechar mejor el espacio, fue cuando durante el verano pasado realizamos la reforma para habilitar un total de dos aulas con capacidad para 25 alumnos en cada caso, y una aula informática para las sesiones teóricas. Pero no ha sido solo por la voluntad de homologar los estudios, damos una formación bastante buena, pero lo que nos pasaba es que el envoltorio, las instalaciones, no se correspondían con la calidad ofertada ni con nuestras pretensiones. Decidimos hacer una inversión, igual que una pastelería invierte en su local para adecuarlo a la calidad del género que está ofreciendo.
¿Habéis implementado cambios en la formación, además de reformar las instalaciones?
La línea de formación viene a ser la misma que hemos realizado siempre. Es verdad que con la incorporación de Miguel Señoris a raíz de la prejubilación del anterior profesor, Víctor Navarro, hemos tenido un impulso renovador. Pero en ese impulso más reciente también tiene que ver mucho la estrecha colaboración de la actual junta rectora del gremio.
¿Qué otras cosas han cambiado en la escuela? ¿Los alumnos son los mismos?
El perfil del alumno ha cambiado. Ahora es más exigente. Nuestra exigencia, sin devaluar lo que hacíamos antes, es intentar dar cada vez mejor servicio, mejor formación, mejor de todo. Con cambiar el envoltorio no es suficiente, hay que innovar cada día. Por ejemplo, cada vez traemos profesionales a impartir talleres de mayor reconocimiento nacional e incluso internacional. Por lo general, los alumnos son algo mayores, hay pocos con solo 18 años, y vienen sobre todo de la zona, aunque también hemos tenido alumnos procedentes de lugares tan dispares como Portugal, Rusia o Japón, y por supuesto también de otros lugares de España.
¿Tienen ahora más facilidad los alumnos para encontrar una salida profesional interesante?
Desde que empezamos con la certificación profesional, tanto en la provincia como incluso en la comunidad, siempre hemos detectado una demanda del sector con los alumnos. Hay mucho interés de las empresas por contratar a los alumnos que vienen de nuestro centro. Muchos de nuestros alumnos se han establecido por cuenta propia, incluso en medio de la crisis. Alumnos directamente salidos de la escuela o ampliando antes su formación hasta en otros países. También tenemos alumnos que han acabado en obradores importantes, incluso como cabezas de esos obradores. Por eso nos sentimos orgullosos. En definitiva estamos muy contentos.
¿Qué objetivos os marcáis en la actualidad?
Queremos adquirir más relevancia como centro en el panorama nacional. También en lo referente a los contenidos que impartimos, queremos fijarnos especialmente en la pastelería actual, incluso desarrollamos una actividad específica de I+D. Además queremos ampliar la formación que hoy en día está centrada sobre todo en el chocolate y los semifríos, y abordar otras materias como el helado, de hecho estamos colaborando con el equipo español de la Copa del Mundo de Heladería, Migue Señoris es miembro del equipo. Y también queremos interactuar con el mundo de la cocina.
“La competencia es buena, lo que tenemos que conseguir entre todos es que al final gane la pastelería”
¿Es de agradecer una escuela de pastelería con un perfil tan dinámico después de unos años en los que muchas escuelas han ido a menos o incluso han cerrado.
Yo estoy llevando la gerencia de la Escuela desde 2008. Es cierto que a veces hay cambios internos que no se ven pero que ayudan a mantener la dirección correcta. Aunque en realidad lo nuestro es más bien un trabajo en equipo. La junta del gremio actual forma un equipo bastante joven, la mayoría están entre los 30 y los 50. Somos gente con muchas ganas de crecer, de luchar. Eso nos ha llevado a reformar las instalaciones, a intentar hacer cosas nuevas, a movernos.
¿Cómo lleváis la competencia, la aparición de otras propuestas formativas en pastelería en la misma ciudad de Valencia?
La competencia es buena, porque si no te acomodas. Te hace estar más vivo. Ocurre lo mismo en nuestros establecimientos. Pero es positivo, lo que tenemos que conseguir entre todos es que al final gane la pastelería. Que el cliente final, en este caso los alumnos, y en el de las pastelerías los consumidores, reconozcan el trabajo que haces y que te vean como un referente. Esa es la mayor satisfacción que puedes tener.
“El perfil de alumno ha cambiado, ahora es más exigente”
¿Qué capacidad de alumnos podéis acoger con las nuevas instalaciones?
Con la nueva reforma tenemos capacidad para acoger 100 alumnos por periodo lectivo: dos cursos de primero y dos de segundo, de 25 personas cada uno. Pero con unos 17 alumnos en primero y un poco menos en segundo, es cuando trabajamos en condiciones óptimas, ya que nuestra formación es muy práctica.
¿Además habéis incorporado un máster de especialización?
Efectivamente, allí es donde intervienen más los miembros de la junta rectora. Son ellos los que imparten esta formación. La verdad es que como experiencia piloto estamos muy contentos de cómo está funcionando y no descartamos en el futuro introducir entre los ponentes profesionales de fuera.
¿Estáis notando un efecto llamada a raíz de haber cambiado las instalaciones?
Notamos que se asocia todo. Por ejemplo en las redes sociales, estamos teniendo un aumento de repercusión y las mantenemos muy activas. Todo te genera una visibilidad mayor. Y esto nos alimenta mucho la ilusión, notas un poder de convocatoria cada vez mayor. Es una corriente, como una marea. Estamos muy contentos.