Viva el fracaso
© Manu Da Costa
Los emprendedores americanos cuentan sus fracasos como heridas de guerra, con orgullo, sabedores de que sin esos tropiezos probablemente no habrían alcanzado el éxito. En Europa y muy especialmente en nuestro país tendemos a avergonzarnos de los errores, a ocultarlos. Y lo que es peor, el miedo a equivocarse, en muchos casos, paraliza cualquier iniciativa.
Pues bien, para combatir los sinsabores de la derrota, el siempre ingenioso Christian Escribà ha presentado The Miscake (foto portada), un pastel con el que celebrar las meteduras de pata, las rupturas sentimentales y los fracasos profesionales, pasando página con humor y alejando cualquier atisbo de culpabilidad o depresión. Esta genial iniciativa, que esperemos no fracase, enlaza con otra idea también atribuida al propio pastelero barcelonés, y que consistía en organizar un congreso en el que los ponentes, en lugar de exponer experiencias triunfalistas como se acostumbra, explicaran sus más sonoros batacazos. No sabemos si un foro de estas características tendría éxito de asistencia, pero seguro que sería muy instructivo y desde luego más divertido que ese desfile de pavos reales en el que se han convertido algunos congresos.
Finalmente, si no estamos dispuestos a admitir nuestros fracasos, o nos cuesta verbalizarlos, siempre podemos decir, como Thomas Edison, que “no he fracasado. He encontrado 10.000 soluciones que no funcionan”.