El azúcar mata pero recauda
El Ministerio de Consumo ha emprendido una guerra contra el azúcar, bajo el lema poco original pero muy llamativo de “El azúcar mata” (enlace campaña). Y como grafismo recurren a un sobre de azúcar en forma de cigarrillo. Al frente, un tal Garzón, quien ya fuera noticia hace unas semanas por unas desafortunadas declaraciones contra el turismo y la hostelería. Ahora, el ministro vuelve a la actualidad, y no por un papel destacado en la lucha frente a la pandemia que sufrimos, ni por alguna iniciativa imaginativa para paliar las consecuencias económicas que asfixian a miles de ciudadanos, familias, empresas, autónomos y trabajadores. No. Al parecer, es más urgente y prioritario demonizar un ingrediente presente en los hogares desde hace siglos y, por consiguiente, poner en cuestión a los numerosos sectores que lo emplean en sus productos elaborados.
La pregunta es obvia. Si el azúcar mata, como dice Garzón, ¿por qué no insta al Gobierno al que pertenece a decretar su inmediata prohibición? Se nos ocurren varias respuestas. La primera es que el titular de Consumo es tan irresponsable que, sabiendo que el azúcar mata, como afirma en su campaña, aún así permite que nos envenenemos. La segunda posibilidad es que Garzón haya exagerado y, recurriendo a una hipérbole, intenta ponernos en guardia ante los perjuicios de una ingesta excesiva de azúcar. En este punto, creemos que, mejor que alentar el pánico desde un ministerio, sería más civilizado realizar campañas en positivo, que pongan en valor los hábitos saludables y que, de forma pedagógica, nos adviertan de los riesgos de consumir en exceso determinados productos y mantener algunos comportamientos. El azúcar no es más responsable de la obesidad infantil y juvenil que el sedentarismo y que la playstation.
Hay una tercera opción como respuesta plausible a la pregunta arriba formulada. Y es que el gobierno al que pertenece Garzón necesita justificar las tasas con las que quiere gravar los productos “azucarados”. Es decir, que lo primero es la salud, pero ya que el azúcar nos mata, que deje al menos unos millones de euros extra en las maltrechas arcas públicas.
Señor Garzón, el azúcar no mata, como tampoco lo hace el alcohol, ni el aceite, ni los lácteos... En todo caso es el exceso de eso y de casi todo lo que puede provocar problemas de salud.
Lo que de verdad mata, señor ministro, es la ignorancia.