¿Qué pasa con el pan?
Podríamos decir que el pan está de moda y que cada vez más consumidores entienden, valoran y están dispuestos a pagar el precio de un pan bueno. Pero hablar solo de una moda sería quedarnos cortos. Es un cambio absoluto de ciclo, casi una revolución lo que está viviendo el sector panadero.
La imagen es otra. Los establecimientos son frescos y funcionales, y conectan muy bien con el público y con la sociedad actual. Juegan con la madera y con otros elementos de la estética urbana e industrial, paredes de obra vista, herrajes, tuberías, neones, focos directos al producto, al más puro estilo de las bakerys de Brooklyn.
Los nuevos panaderos se muestran orgullosos de pertenecer al oficio, hablan apasionados de sus panes como productos únicos, exclusivos, y sus obradores se abren a los clientes, quienes ya han adoptado un nuevo lenguaje con términos como masa madre, espelta, trigo sarraceno, largas fermentaciones, harinas molidas a la piedra...
Y en el sector no dejan de impulsarse iniciativas a las que cada vez se suman más panaderos, cursos, rutas del buen pan, libros, acciones promocionales, concursos... Y hablando de este último apartado, los panaderos han empezado a competir en serio y ya ganan concursos de relevancia, como la última edición del concurso al Mejor Panettone de España o el más reciente certamen del Mejor Roscón de Reyes de Madrid.
Lo que le pasa al pan es que se ha “gourmetizado” y ahora ya es para muchos un producto gastronómico con todos los honores.