El relleno, el bombón, el grano y la paja
“Enséñame a hacer un bombón elegante, colorido y decorado, como los que se ven en las redes sociales, pero no te preocupes por el relleno”. Esta es la terrorífica frase que tuvo que escuchar Philippe Vancayseele en uno de sus cursos. Y nos tememos que no ha sido ni la única vez ni el único maestro pastelero víctima de tan frívola petición.
Y es que la irrupción de las redes sociales ha significado un creciente interés por la pastelería, pero no necesariamente por el oficio, al menos en igual medida. Como un espejismo, los perfiles de Instagram muestran imágenes maravillosas, deslumbrantes, fabulosas. Si es rojo, liso y brillante, suele funcionar. ¿Y qué importa el relleno y por tanto el sabor si ya tengo los likes en el bolsillo?
Es indiscutible que Internet está democratizando casi todo. Hoy cualquiera puede mostrar públicamente sus trabajos sin necesidad de que un medio de comunicación le haga un reportaje. Y eso ofrece enormes ventajas, pero también inconvenientes. El problema ahora no solo es distinguir el grano de la paja, sino más bien encontrar el grano entre tanta paja. Y algo más, siguiendo con el símil del granero, resulta que los granos empiezan a parecerse demasiado entre sí. Los verdaderos creadores encuentran una mayor dificultad para registrar la autoría de sus obras. Todo se versiona y casi todo se copia, pero pocos son los que hacen la obligada referencia al original.
Así las cosas, cada vez hay más voces que alertan de la uniformización de la pastelería y de la galopante superficialidad. Algunos empiezan a mirar hacia las redes pero para saber qué es lo que no hay que hacer. En ese contexto cobra mayor relevancia que nunca todo lo que se engloba bajo el ámbito profesional. Los concursos serios, las ferias profesionales, las revistas técnicas y las escuelas siguen siendo los guardianes del oficio, los defensores del rigor, de la ortodoxia y de la formación como principal vehículo para la evolución y el progreso del sector. Finalmente, el objetivo sigue siendo que a Philippe Vancayseele sus alumnos le digan “muéstrame cómo hacer el mejor bombón”.
Editorial de so good #20 [ consulta el sumario ]