Saber y hacer pastelero
¿Qué tiene de mágico un oficio como el de pastelero? ¿Por qué las aulas de las mejores escuelas de Europa y el mundo entero están viviendo una época dorada con listas de espera de alumnos sedientos por conocer todos sus secretos? ¿Por qué tenemos todo el derecho del mundo a sentirnos optimistas con respecto a su porvenir? Las particularidades de las labores pasteleras tendrán mucho que ver con la respuesta que podamos formular a cada una de estas preguntas. La pastelería comparte con la cocina el atractivo de procesar unos alimentos que se convierten en un manjar. Pero quizá en el caso de la pastelería, sobresale una particularidad de ese mismo “proceso” que lo diferencia de la disciplina culinaria general. Se trata de todo lo de artístico que conlleva, cómo la presencia de cada producto, ya desde su aspecto, hace de una especialidad pastelera cualquiera algo por lo que sentir indiferencia o admiración.
También a diferencia de la cocina, sobre todo de la cocina popular, en pastelería, la perfección técnica cobra un peso fundamental. Es la parte del “saber”, aquella que gracias a las mencionadas escuelas o a la labor que realizamos desde editoriales como la nuestra, contribuye a aportar luz al ejercicio de precisión que hay detrás de una masa correctamente cocida, de una ganache cristalizada adecuadamente o de una crema de limón con sabor cien por cien a limón, por citar solo algunos de los muchos ejemplos posibles.
Sin embargo, y como en tantas otras facetas de la vida, el saber no lo es todo. Es necesario también el “hacer”. Por eso, no dejamos de maravillarnos cuando tenemos oportunidad de compartir el talento de nuestros colaboradores en cada número. La destreza que exhiben en ajustar cada parámetro, en alcanzar la excelencia en un determinado resultado. Todo ello, queda de sobras demostrado en nuestros libros y revistas. En este número tenéis una variada demostración de la importancia de ambas cuestiones, del saber y del hacer. Pasen y disfruten.