Crisis en la pastelería madrileña
El próximo 31 de julio la Escuela de Pastelería de Madrid y Asociación de Empresarios de Pastelería de Madrid dejarán de existir como entidades. Ante esta situación, Juan José Sierra, emblemático profesor de la Escuela madrileña, nos remite una emotiva carta en la que repasa la trayectoria de las mencionadas entidades durante sus más de 40 años de vida. Una visión que surge, como señala el propio Sierra, desde “la impotencia y desilusión de los que contribuimos al proyecto que nos encomendaron allá por los años 1970”. Lectura obligada.
Cronología de una muerte anunciada
Por Juan José Sierra
Nací en Madrid al principio de los años 70 y me pusieron el nombre de TALLER ESCUELA SINDICAL DE CONFITERIA, fruto de la ilusión de un grupo de empresarios y trabajadores del gremio de confiteros-pasteleros que presidia D. Ambrosio Aguado y sus compañeros de junta como Jesús Martínez, Luis Santamaría, Pedro Blanco, Jesús García Peñalver, Sigfrido Recuero, Julián Cercadillo y los profesionales Luis de la Traba y Ángel Ruiz. A todas estas personas se les unió en el tiempo Salvador Santos Campano. Es posible que me haya olvidado de alguno de ellos, que me perdonen. En esa época aún existían los sindicatos de ahí el nombre. Cuando los sindicatos desaparecieron y España cambió en todas sus formas de vida y convivencia, este grupo pensó que había que seguir juntos para conseguir mejorar tanto en las empresas como el perfeccionar la formación de sus trabajadores y es aquí cuando se inicia mi andadura para cumplir esta misión.
Como he dicho anteriormente fue a principio de los 70 (71-72-73) del siglo pasado cuando inicie mi labor de formación y especialización de aquellas personas y profesionales que acudían a los cursos que impartía en un sótano del barrio de Aluche, en concreto en la calle Rafael Finat locales que eran propiedad del Ministerio de trabajo donde se realizaban también otras actividades de Formación.
Se impartieron cursos financiados por el PPO (curso de pastelería en general y cursos de especialización en chocolate, pastelería artística así como demostraciones profesionales).
Allí estuve hasta el año 1985 en que cumplí la mayoría de edad y me trasladé a otro lugar y en locales que fueron adquiridos por todos los asociados en el Paseo de Stª. María de la Cabeza nº. 58, también en Madrid.
Allí me encontré con mi hermana la Asociación de Empresarios de Pastelería de Madrid que era como la llamaban en ese momento. También me cambiaron el nombre, me dieron el de rango de ESCUELA SUPERIOR mi alegría fue doblemente enorme al ver donde iba a desarrollar mi labor, pues todo era a lo grande, había más tecnología para poder desarrollar mejor mis funciones. Mis habitaciones y paredes se amueblaron gracias a la generosidad de las empresas del sector que cedieron todo lo necesario para que pudiera realizar mis funciones a la altura que se me exigía.
La enseñanza se amplió con un temario teórico-práctico repleto de asignaturas impartidas por personas Doctoradas y otras licenciadas, también había un grupo de profesores de prácticas formado por los mejores profesionales de la pastelería madrileña (ANGEL RUIZ, FELIX MERINO, JOSÉ NAVARRO, ÁNGEL FERNANDEZ, ANTONIO MERINO, JUAN JOSE SIERRA Y ALUMNOS QUE SE GANARON EL PODER IMPARTIR LAS ENSEÑANZAS RECIBIDAS, CARLOS SIMARRO, PACO SOMOZA, JUAN CARLOS DE LA CRUZ, MARCOS GOMEZ Y PAULA NIEVES ENTRE OTROS también en la formación de vendedores, estaban MERCEDES SADA, MERCEDES GARCIA, ANGEL MARTINEZ, entre todos me elevaron a la mayor categoría en el circulo de los centros que se dedicaban a la misma labor (esto no lo pienso yo, era lo que se afirmaba por todas y todos los profesionales pasteleros, nacionales y extranjeros que acudían a impartir sus conocimientos a los profesionales de Madrid. La formación práctica de obrador se amplió a tres cursos, así mismo también cambió el perfil del alumnado hombres y mujeres procedentes del paro, con ellos se obtuvieron buenos resultados, pues en la actualidad hay alumnos que trabajan en puestos de mucha relevancia en las pastelerías de Madrid y en ciudades del resto de España.
He sido testigo de cómo alumnos, todos ellos muy jóvenes, eran entrenados para participar en concursos nacionales e internacionales donde obtenían puestos muy importantes y que hoy día una gran parte de ellos dirigen empresas bien como empresarios o como jefes de obrador. En mis instalaciones se han organizado concursos nacionales y europeos donde profesionales de toda España y Europa han participado confirmando ese reconocimiento del que hablaba antes.
También han pasado profesionales de toda España que han sido Campeones Nacionales, y de Europa que han obtenido puestos de relevancia en competiciones Mundiales, para impartir cursos monográficos a los asociados y trabajadores de Madrid.
También he contribuido a endulzar la vida a la mayoría de los gobernantes del país empezando por S.M. el rey Juan Carlos y siguiendo la escala hasta el último concejal del Ayuntamiento de Madrid.
Todo esto fue posible a la voluntad y al trabajo de los empresarios a los que he hecho referencia al principio y a los que se unieron después otras personas y que entre todos supieron negociar con la administración las fórmulas económicas, para poder ponerme en marcha y a la entrega y sacrificio del gran abanico de profesores tanto de formación práctica como teórica.
Hasta los años 90 todo fue muy bonito, pero como todo en la vida siempre hay alguien que se empeña en estropear las cosas y ocurrió que se tomaron decisiones muy personalizadas aparentemente sin medir las futuras consecuencias en cuestiones referentes a la convivencia con la Administración, digo convivencia por no llamarlo de otra manera, pero como hoy día se llevan mucho los eufemismos, me aprovecho de ello.
Entonces empecé a tener problemas muy serios y consecuencia de ello mi sostenimiento empezó a tener grietas muy graves.
En este tiempo he visto como me quedaba en algunas ocasiones con poca claridad para ver lo que tenía alrededor, como mis compañeros de fatiga se han ido averiando o quedando obsoletos y no se les tenía en cuenta, también he observado como consecuencia de esas decisiones y repito SIEMPRE MUY PERSONALES me iban debilitando en lo más esencial que era el mantenimiento económico. Paralelamente y consecuencia de problemas derivados de mi situación, mi hermana la AEPA, ASENFOR o el tercer nombre del que no me acuerdo pues la bautizaron tres veces y tras una agonía que se inició en el año 1990 y que ha durado 24 años, también me acompaña en mi triste final.
Lo siento por todos los asociados de Madrid y su Comunidad que ven como el patrimonio que tenían se ha esfumado de esta manera tan cruel, y digo cruel y también despiadada, primero por el embargado de la Agencia Tributaria, después por La Caíxa y por último para rematar la faena el concurso de acreedores, que ha sido la puntilla final.
Desaparecemos el día 31 de Julio de 2015 después de 40 y pico de años.
Espero que en un tiempo no demasiado lejano, la nueva generación de empresarios procedan al relevo generacional tan esperado desde hace años y que con sentido de responsabilidad se inicie una nueva etapa, pensando solamente en el sector de la PASTELERIA ARTESANA DE LA COMUNIDAD DE MADRID, sin que exista la sombra del mínimo personalismo.
En Madrid, a 31 de julio de 2015
Fdo.
La Escuela de Pastelería de Madrid y Asociación de Empresarios de Pastelería de Madrid