Gran patisserie entre focos y maquillaje
No descubrimos nada si advertimos que los denominados talent-shows (concursos para demostrar una determinada habilidad en un ámbito o disciplina) se han impuesto con fuerza en el mundo culinario. Es difícil resistirse al atractivo de ver unas personas sometidas a toda la presión de un jurado de grandes chefs, compitiendo entre sí contra un cronometro y unas condiciones muy exigentes para ejecutar tal o cual elaboración. Este es el formato también de “Qui serà le prochain grand pâtissier?” (Quién será el próximo gran pastelero?”), la adaptación al territorio pastelero que ha hecho la televisión francesa de este tipo de concursos.
Huelga decir que en el país cuna de la pastelería por excelencia es justamente esa excelencia la que brilla con luz poderosa tanto en la elección de los jurados (Christophe Michalak, Christophe Adam, Philippe Urraca y Pierre Marcolini), cuanto en el nivel que muestran los concursantes, los lugares escogidos para completar sus respectivas formaciones (por supuesto, incluyendo los mejores obradores y restaurantes de París)… No creo que sea casualidad que el candidato francés al World Chocolate Masters fuera uno de los participantes de esta primera sesión.
Desde este sábado pasado y a lo largo de las tres próximas semanas podremos disfrutar con subtítulos en español a través del canal internacional TV5 Monde (disponible en Canal+ ONO, Movistar TV, Orange, Telecable, R y Euskaltel) del desarrollo del concurso hasta la gran final que consagrará a uno de los diez finalistas en el nuevo “grand pâtissier” del país. Comentando el fenómeno con algunos chefs franceses, como los jóvenes Antony Prunet o Florent Cantaut, se alegran del éxito televisivo del concurso, que está repercutiendo en una visibilidad todavía mayor, no sólo del oficio pastelero sino de todo aquello que diferencia la buena ejecución artesana respecto a las mediocres. Incluso el propio Christophe Michalak, jurado del programa, nos comentaba en una entrevista reciente que hoy en día muchos jóvenes en París prefieren ser pasteleros antes que cocinero o que otros oficios de teórico prestigio.
En definitiva, no podemos más que alegrarnos por estas iniciativas televisivas que sirven de difusores del buen hacer artesano, aumentan la cultura media de la sociedad y son el mejor campo de cultivo para futuras vocaciones. Esperemos que el ejemplo cunda y que cada vez sea más frecuente ver este tipo de programas en nuestra parrilla televisiva y en Prime Time.