Las paradojas de Pierre Hermé | Pascua 2024 (III)
Índice Pascua 2024
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- Las paradojas de Pierre Hermé
Fotos: Patrick Rougereau
“La paradoja no tiene cabida en mi profesión. Apela a la contradicción, al absurdo, a lo ilógico. Lo contrario del sentido común y la precisión necesaria para el pastelero. Por lo tanto, naturalmente, busco la paradoja del origen del huevo y la gallina”, opina Pierre Hermé.
Por este motivo, precisamente, el chef francés dedica su colección de Pascua al tema de la paradoja, dando al huevo formas imprevisibles e improbables. La cáscara se arruga y se hunde bajo la tensión de una cuerda, o se repara inspirándose en la técnica japonesa del Kintsugi. Y, para llevar aún más lejos la paradoja, los tradicionales rellenos de chocolate se transforman en fragmentos deformados e imperfectos.
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
Esta pregunta ha sido objeto de debate durante siglos. Con esta gallina posada sobre su huevo, el chef francés da la potestad al cliente de decidir qué se come primero: el huevo o la gallina.
Huevo-pollito
Estilizado y oblongo, parece un huevo, pero recuerda a un pollito. La figura hueca, disponible en chocolate con leche 45% o chocolate blanco 35% caramelizado con flor de sal, viene acompañada de un surtido de bombones rellenos recubiertos de chocolate con leche 45% y negro 64%.
Huevo pellizcado
En la imaginación de Pierre Hermé, la cáscara del huevo se vuelve maleable. ¿Por qué no pellizcarla, estirarla y dejar que vuelva a su posición original? Lo único visible que queda de esta acción son unas ondas.
La pieza, que se puede escoger en chocolate con leche 45%, chocolate negro Belice 64% o chocolate blanco 35% caramelizado con flor de sal, lleva como relleno bombones de chocolate.
Huevo atado
Bajo la tensión de una cuerda, el huevo se dobla y se deforma, pero no se rompe. Disponible en chocolate negro o chocolate con leche, está relleno con praliné de avellana y fragmentos de chocolate.
Huevo Kintsugi
Kintsugi es una técnica centenaria de origen japonés que consiste en reparar piezas de cerámica rotas con la ayuda de polvo de oro. Una técnica que ha acabado convirtiéndose en una filosofía de vida que defiende que las imperfecciones y las heridas deben mostrarse y ensalzarse.
Tomando como inspiración este arte, Hermé presenta un huevo que recupera su aspecto original enriquecido con oro, gracias a la destreza y la imaginación del pastelero. Las piezas de chocolate negro Belice rellenas de praliné de avellana se ensamblan y la cáscara adquiere poco a poco su forma original.
Huevo al descubierto
Pierre Hermé se convierte en naturalista, imaginando la vida bajo la cáscara. Un terreno desigual, fragmentado, que deja al descubierto la complejidad infinitamente organizada del huevo.