Fernando Román. Pastelería 50-50
Fernando Román (portada de Dulcypas #442) pertenece a una de aquellas sagas pasteleras íntimamente ligadas a la historia viva de la pastelería en nuestro país. La pastelería familiar de la que procede, ubicada en la extremeña Villafranca de Barros y con el apellido Falces de su abuelo como estandarte, resuena en la memoria identificada con los maestros pasteleros que extendieron y compartieron el saber hacer del oficio unas cuantas décadas atrás. Hoy es un pastelero completo que se siente agradecido por esta herencia que su padre le transmitió y especialmente por los viajes constantes que realizaban para entrar en contacto con pasteleros de todos los rincones del país y del resto de Europa. También es un pastelero que transmite cierta melancolía, los tiempos no dejan de cambiar y hoy en día no muchos conocen el valor pastelero de apellidos como el de Sábat, Vives, Pérez, Navarro o el de su propio padre, Santiago Román Pellicer. Una melancolía que también tiene cierto sabor amargo, porque su vocación docente no ha podido ir pareja al amor a su tierra extremeña. Las diferentes experiencias que ha tenido en labores formativas han terminado en saco roto por razones ajenas a la docencia en sí.
La pastelería familiar de la que procede resuena en la memoria identificada con los maestros pasteleros que extendieron y compartieron el saber hacer del oficio unas cuantas décadas atrás
Pero no todo es tristeza ni melancolía, al contrario. Fernando Román comparte con nosotros su alegría por la reciente apertura de un establecimiento en Almendralejo, desde la cual hace su pastelería tal y como a él le gusta definir, “cincuenta cincuenta”, es decir mitad clásica, mitad moderna; mitad popular, mitad de autor… con la que consigue tener una respuesta comercial adecuada y a la par reivindicar un estilo personal, depurado y, como decíamos, con raíces que sustentan el actual acervo pastelero.
Es un establecimiento más bien pequeño, sin mucho espacio, pero con las condiciones suficientes para exhibir el producto y dignificarlo. Además cuenta con una agradable terraza en la que los vecinos suelen reposar acompañados de los inmejorables dulces del lugar. Como decíamos, el protagonismo se reparte a partes iguales entre merengues y otras especialidades tradicionales, junto a las cuales brillan pasteles y tartas de corte actual con mousses de sabores agradables y decoraciones de autor como protagonistas.
Embajador de la sencillez
Fernando Román llega a las páginas de la revista después de abrir recientemente su pastelería pero también gracias a querer compartir con el sector algunas de sus creaciones más actuales y afortunadas. En ellas el propio chef pastelero explica qua ha puesto en práctica su filosofía creativa, basada en conceptos como la sencillez, la suavidad y la limpieza. Es así como raras veces en sus creaciones veremos más de dos sabores combinados en no muchos más elementos, que suelen tener un bizcocho, algo cremoso y, dependiendo, un componente gelatinoso o crujiente. Sin renunciar un ápice al legado comentado antes, este pastelero extremeño consigue un estilo rabiosamente moderno gracias a dos preceptos más: sabores agradables al paladar, claramente identificables, y limpieza en las formas y la presentación. Sirvan como botón de muestra las bonitas creaciones que acompañan estas páginas. Y que nadie se lleve a engaño, estas creaciones tienen una fotografía muy depurada, pero forman parte de la oferta habitual del establecimiento de Almendralejo. Conforman junto a las propuestas más clásicas, esa pastelería “50 50” que en la perspectiva de Fernando Román hace viable su negocio. Son creaciones además que forman parte de un recetario o autolibro en el que este chef agrupa algunos de los trabajos, sabores e ingredientes con los que se siente más y mejor identificado.