Pastisseria Targarona. Vocación, superación y adaptación a los nuevos tiempos
Tenemos que remontarnos al año 1929 para situar el origen de la actual pastelería Targarona, en el número 7 de la calle Roser, en Igualada (Barcelona). “Soy pastelero por parte de padre, de madre y de abuelo”, comenta Josep Maria Guasch, quien junto a sus hermanas dirige actualmente el negocio. El fundador, natural de Olot, leyó un anuncio en La Vanguardia de la época: “Se traspasa pastelería en Igualada”. Así comenzó todo.
“Yo he nacido aquí. Salía del colegio y venía a ayudar. Luego estudié en la Escuela de Pastelería de Barcelona. Y después he seguido formándome en cursos con grandes profesionales, como Philippe Rigollot, Gian Luca Fusto o Carles Mampel, entre otros”, añade Guasch. Así pues, nos encontramos con la historia, la vocación y la formación como los tres grandes pilares en los que se sustenta Targarona.
Y si histórica fue su fundación en el año 29 y los posteriores episodios, incluida la Guerra Civil y la dictadura, no menos relevante fue el giro que imprimieron al negocio hace aproximadamente unos seis años. La crisis se dejaba notar en las ventas, como ha venido ocurriendo en este y otros muchos sectores, y había que reaccionar. La decisión no era fácil, pero finalmente optaron por dar un paso al frente con gran valentía. Una ampliación y reforma de la tienda, incluyendo una zona de degustación, y una importante actualización de la oferta de productos sirvieron para revertir la situación, ganar nuevos clientes y dejar atrás la crisis.
Desde entonces, sus “7 Texturas de Chocolate” es la tarta más vendida, los clientes se llevan los nuevos individuales con absoluta confianza, el público más joven repite una y otra vez, el trabajo para banquetes de bodas, caterings y restaurantes se ha disparado.
En la renovación de la oferta de productos tuvo mucho que ver Miquel Guarro, en aquel momento empleado de Targarona. Josep Maria Guasch nos insiste en su relevante papel en esta actualización del estilo y del tipo de pastelería. No obstante, esta línea que podemos denominar de autor o más moderna, convive a la perfección con las especialidades más clásicas como las tradicionales, cocas de nata y fruta, los brazos de gitano o las saras.
La línea que podemos denominar de autor o más moderna, convive a la perfección con las especialidades más clásicas. Pero en todos los casos, hay un denominador común innegociable, la máxima calidad de la materia prima
Pero en todos los casos, hay un denominador común innegociable, la máxima calidad de la materia prima que se utiliza en el obrador, “yo sólo uso lo que me gusta, y la verdad es que el precio no me importa demasiado. No se puede hacer una pastelería de calidad sin las mejores materias primas”, apunta Guasch.
Siete personas en el obrador y cuatro en la tienda se encargan cada día de poner todo a punto para satisfacer a una clientela que llega desde distintos puntos de toda la comarca. Y es que la vitrina de Targarona nada tiene que envidiar hoy a las de las más reputadas pastelerías de nuestro país.
El propio Josep Maria Guasch nos da la receta, “un buen equipo, una buena materia prima, y muchas horas, no hay otro secreto. Mucho trabajo. Pero si te gusta lo que haces no te sabe mal”.
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